Cuando Hiro se enteró que el abuelo japonés que no quería a nadie había fallecido (y que, de paso, una cuantiosa herencia tenía el nombre de los hermanos Hamada) le pareció como si todo hubiera estado conectado para que dicho dinero fuera la inversión para el proyecto más grande en su vida como científico. Sin embargo, las cosas no las tenía tan fáciles, porque en un último intento por joderle la vida, su abuelo estipuló que para entregar la herencia los hermanos debían estar casados. Ahora, Hiro viaja a playa del Carmen A LA BODA DE SU HERMANO. Ahí conoce a lo que podría ser el marido perfecto, atento, guapo, famoso... heterosexual y con novia, pero esos sólo eran detalles que, estaba seguro, podría arreglar.