Sus ojos se perdían entre las personas. Los observaba, a todos y cada uno de ellos. Dorothy sabía que ninguno se daría cuenta si el cielo se derrumbara por encima de sus cabezas. Hacía muecas, trataba de no llorar y se mordía los labios de tal manera que parecía que no le importaba hacerse daño. Los frágiles dedos de sus pequeñas manos jugaban unos con otros una guerra interminable que ninguno de ellos ganaría. Daba pasos torpes y por un momento, no supo quién era.All Rights Reserved
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