Hola, soy Fígaro y estoy en cuarentena. De hecho, medio mundo lo está. Y todo por el famoso coronavirus que sale hasta en la sopa. Porque, por si no te has enterado todavía, es una pandemia global y no podemos ni debemos salir de casa.
Pero a mí lo de salir me da lo mismo, la verdad. Poca diferencia voy a notar entre el confinamiento doméstico y cualquier otro día de mi vida, sobre todo estos últimos meses... Lo único que me jode profundamente es no poder disfrutar de las calles vacías, sin toda esa marabunta de ruido en forma de gente hacinada como borregos. No es que odie a las personas, es solo que la mayoría me dan una pereza terrible.
El caso es que no se sabe muy bien qué esperar de la situación actual, ni de cuánto durará. Conque, por si se tratase del tan esperado apocalipsis, me he decidido a documentar mi día a día. Quién sabe, tal vez mi insignificante vida sea el último documento escrito de la humanidad... aunque ya me jodería, la verdad.
En medio de su batalla más dura hasta la fecha, Son Goku acabó en un lugar completamente diferente, donde la magia, los mitos, las leyendas y seres ancestrales estaban aún más presentes que en su mundo.
- ¡Espera!, ¿donde dices que estoy? -
- Sabía que tus heridas son graves pero no lo suficientes como para causar amnesia... Estas en una de las siete grandes de naciones de Teyvat...
Teyvat... Esa palabra había resonado en su cabeza, olvídandose por completó de su estado o que previamente había luchado a muerte por el destino de la Tierra, dejó que su mente le mostrará una imagen.
La de una chica con un par de cuernos semejantes a los de una cabra.