Las cosas eran normales, o lo más normales que podían ser en la oficina. El Jefe decidió darle una oportunidad más a Eugene, era bueno en su trabajo, tener un mortal en su equipo no era tan malo después de todo. Habían pasado los años, el niño creció y ahora era un adulto joven con una vida estable, una pareja, un trabajo... Todo marchaba bien... Hasta aquel incidente. Aquel incidente que arrebato la vida a su aprendiz y con ello una nueva ruta se había marcado en su ahora no-vida. Tener sentimientos... Eran fantasmas ¿cómo podía un fantasma enamorarse? Era tan absurda la idea, pero mientras más tiempo compartía con el joven más obvia era aquella teoría.
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