Siempre he creido que lo que venía del corazón era puro, verdadero y profundo, es por eso que creía que el amor era uno de los sentimientos más fuertes, poderoso y maravilloso. Que nuestro corazón nunca mentía, que nos conocía de tal manera que no importa lo que digamos y queramos sentir, no podiamos engañarlo a él. Pero en ciertas circunstancias, no podemos evitarlo, tenemos que mentir, tenemos que guardar silencios ruidosos, e intentar ser quienes no somos por los demás y por el qué dirán. Es por eso que aquellas palabras, aquellos sentimientos, y aquel ser, tenían que ser guardados, convirtiéndose en susurros del corazón.