Corrí, corrí, ¡corrí!.
Ahí seguía, el látigo era más veloz, los gritos retumban entre las paredes, la daga del amor degollaba lo poco que creí que fuese valioso.
En este maldito lugar todos son tan amigables, pero tan hipócritas.
¿Qué?, ¿qué sucede?, ¿Por qué nadie hace nada?.
Un padre promulgó "Cristo nos salvará".
Un maestro gritó "Nos detenemos a la mitad de la construcción".
Un doctor se arrepentía "Ya no hay cura".
Mi familia aclaraba "No significas nada", se retractaban y decían "Lo lamento, eres grande", y luego notaba los murmullos.
Mis amigos se lamentaban "Nada cambiará, somos un desastre".
¿Qué hago, entonces?.
*Crédito*
Imagen de Maria Serrano