Rosas para Rosetta.

Él se limpió las manos, deslizó el pañuelo por los labios, contempló complacido cada detalle.

Como si la llamaran desde sueño, el grito demencial, que invitaba a la locura la trajo al despertar, ese espacio en que uno flotaba y se mezclaba el mundo real con el onírico. Ahí, en ese infinito momento le escucho ahora en susurros, se estremeció y contra su voluntad abrió los ojos, no eran deseos de seguir durmiendo, era el miedo lo que la invitaba a no despegar los párpados.

Había un aroma florar en el aire, el perfume saturaba la habitación; le dolía todo el cuerpo, como si hubiera raspado cada centímetro de su piel. Entre las pestañas divisó una silueta en la puerta, pegó un salto de la cama al piso casi al mismo tiempo que sus ojos enfocaban, la helada de esa mañana casi le pega los dedos al vidrio helado de la ventana, ahora una figura le observaba desde los campos quemados próximos a la casa, apretó el gesto para ver mejor, pero fue en vano, desapareció, como si la niebla le hubiera borrado.

Un segundo después estaba en el suelo, ella estaba despierta, su cuerpo no, el momento que le pareció eterno mirándolo de la puerta a la ventana y contemplando la figura no había durado más que un respiro. Se apoyo en la mesita de noche para subir de nuevo a la cama, el cuerpo le hormigueaba, y sintió un repentino dolor en la punta de los dedos, se descubrió con diminutas gotitas de sangre brotando de la piel blanca como el papel, una sola rosa posada delicadamente en la madera con la espinas gruesas y rojas por las puntas, había sufrido el atropellamiento de sus manos soñolientas y causado el daño.

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Espero que los lectores, poquísimos o muchos, que está historia pueda tener, la encuentren tan ofensiva como yo, porque si está historia no te indigna, mi preocupación es que creas que es razonable o justificable, ojalá vean en la exageración de los defectos de mis persona