El cielo es muy revoltoso la mayoría del tiempo. Dicen que cuando está felíz sonríe mostrando una luz brillante, que cuando está triste llora gotas dulces que parecen perlas, que a veces está entre los dos y nunca sabes cuando va a explotar. Pero cuando la tormenta pasa, dibuja un arco gigante de colores. Así era Cielo, que con su larga paciencia e inteligencia viajó por mis tormentas hasta quedar girando conmigo en mis remolinos de emociones. Y que cuando sentía que iba a estallar en relámpagos fulminantes me agarraba de la mano y me llevaba hasta arriba, al espacio más grande de su corazón, sin importarle que tan grises y frías podían llegar a estar las nubes.
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