Ningun fracaso convierte a nadie en un fracasado, al menos que la persona se rinda y renuncie a vivir. Es bien sabido que mientras no haya enemigo interno, ningun enemigo externo te podrá hacer ningun daño en lo absoluto. No importa si en el pasado o aun en el presente estás atravesando momentos de derrota, desgracia o depresión; si sientes pérdida, culpa, dolor o desesperación; si estás viviendo una crisis familiar o económica; todo eso comenzará a desaparecer y se eliminará de tu vida en el momento en que le abras la puerta de tu corazón al Espíritu de Dios. Tu oración de arrepentimiento desatará sobre ti un poder tan grande y sobrenatural que ni aun las puertas del infierno podrán contenerlo. Dios acudirá en tu ayuda para que ocupes el lugar que él había asignado para ti desde el principio de la fundación del mundo. Dios quiere que tengas éxito y seas feliz. Estás marcado para eso, no lo olvides.