-Relájate, no te desesperes. A donde quiera que vayas estaré contigo. Nunca dudes de mí, solo cierra tus ojos y sigue mi voz. Al instante en el que cerré mis ojos me sentí en paz. Sentía que ese dolor en mi garganta se desvanecía Empecé a escuchar un murmullo que poco a poco se transformaba en una hermosa melodía tarareada por él. Podía escuchar su armoniosa voz a centímetros de mi rostro Su aliento caliente rozaba mis labios . . . Y desperté.