Olía a rosas y supo a decepción. No, él no creía en los hilos del destino, ni las almas gemelas, ni en lo sobrenatural. No tenía tiempo para esas tonterías, como él solía llamarlas. Pero a todos les llega ese día donde las barreras se derrumban y el corazón da paso al temido cliché ¿Alucinaciones o realidad? El amor no se planea.