Por el pecado de la serpiente los ángeles perdieron su pureza. Y extendiendo sus alas en medio de la tempestad surgió el arcángel de la penitencia, que los purgaría a todos. Bajo el engaño de los falsos dioses los demonios quedaron atados a la corrupción. Y poseyendo la maldición del bosque nació el heraldo de la luz, que los liberaría a todos. Con promesas de vida eterna el hombre masacró a los hijos de los dioses verdaderos. Y de las tierras sagradas apareció el druida, que los condenaría a todos. La guerra santa inició, el preludio del Juicio Final. El Cielo envió sus huestes y el Infierno desató sus legiones. Pues con el despertar de los dioses, la condena sobre el mundo de Ekonne se cerniría y ni en la tierra de los vivos ni en la de los muertos ningún servidor del caos se salvaría.