Desperté no se cuanto tiempo después. Estaba tendida sobre una superficie dura, pero con una extraña textura rugosa. Hacía calor. Abrí los ojos. No vi nada más que una espesa niebla brillante que revoloteaba a mi alrededor. Intenté incorporarme, pero un agudo dolor me recorrió la espalda y solté un gemido. Decidí quedarme como estaba y, cerrando los ojos, me relajé, esperando algo. No sé donde estoy. No sé que pasa. No sé qué hago aquí. No sé cómo sobrevivo. No se quien soy.All Rights Reserved