Privilegio, sí, nací con ellos, una de las pocas afortunadas. No es que sea una molestia comprar lo último de la moda, ir a restaurantes caros, o acceder a la tecnología del momento sin siquiera detenerse a observar cuánto ha perdido mi cuenta bancaria ¡Claro que es genial! Aunque no todo puede ser color de rosa, siempre hay algo que dar a cambio. Es irónico que posea tantos privilegios y, sin embargo, se me sea arrebatado el único que representa la libertad, aquel privilegio de poder tomar una decisión. Es frustrante, ¿no? Tenerlo todo y, al mismo tiempo, nada. Al arrebatarme ese privilegio no tengo el control de mis actos, lo que converge a mi alrededor son las repercusiones de quienes tienen ese poder. Soy su marioneta, soy su muñeca de porcelana perfectamente diseñada. Les cuento un secreto: Todo es una mentira. Soy un espejismo en medio del desierto. Les cuento otro secreto: Ya no lo seré. En un pequeño acto de valentía, estoy dispuesta a romper ese diseño perfecto y recuperar ese privilegio que me arrebataron.