Un imperio de siglos fue reducido a cenizas. El hombre al que todos veneraban fue arrastrado junto a él.
Ryuu había jurado servir al emperador. Había luchado por él, por su reinado, por su honor y el legado de sus ancestros. En sus últimos momentos, estuvo ahí y aceptó una última misión: traer de vuelta a su hijo, dado por muerto más de diez años atrás.
Todo parecía perdido cuando la magia de un amuleto abrió las puertas hacia un nuevo mundo y la posibilidad de recuperar al único heredero de la familia se convirtió en algo más que un sueño.
En un abrir y cerrar de ojos, el artefacto lo colocó frente a él. Haiden volvía a estar vivo, a su lado, hechizando sus sentidos y creando caos dentro de su pecho. Esa segunda oportunidad era todo lo que siempre había añorado y más allá del deber, más allá de un juramento, Ryuu estaba dispuesto a darlo todo por permanecer junto a él.
Haiden no tenía recuerdos de su pasado. Su vida iba sobre ruedas y de no haberlo conocido, hubiese seguido así. Ese hombre llegó de la nada e hizo temblar los cimientos de su mundo. El hilo del destino estaba atado alrededor de sus manos, encadenándolo a él en cuerpo y alma.
En cuestión de días, todo lo que creía real se deshizo y el deber de la sangre cayó como un yunque sobre sus hombros. Atrapado entre dos mundos y abrumado por sentimientos que nunca había experimentado, tuvo que tomar una decisión que marcaría para siempre su vida.
No era un guerrero, mucho menos un emperador. No tenía idea de cómo iba a enfrentar a un enemigo que había arrasado con centenares de soldados, que no dudaba a la hora de tomar una vida. Sin embargo, con él a su lado, no le daba miedo intentarlo.
¿Que pasa cuando dos familias son enemigas,? Freen Sarocha y Rebecca Armstrong tendrán que luchar en contra de sus apellidos... y ver si el amor vencerá o podrá más el odio...