-¿Qué tan difícil puede ser conocerse a uno mismo a un grado en el que no dudes de tus decisiones? -dijo. -No lo sé -hizo una pausa-. Lo único que sé y que he decidido hacer es quererte sin importar nada. -Yo también te quiero, pero nos estamos lastimando. -No, la sociedad nos esta haciendo daño, porque no aceptan que te pueda querer, no aceptan que te pueda tomar de la mano, no aceptan lo que es diferente, por el simple hecho de ser hombres -Es increíble como una decisión puede tener un impacto enormemente positivo o negativo en tu vida. Damián con tan solo 16 años lucha con reprimir un sentimiento que no quiere aceptar, pensar que no es el chico hetero que había creído ser por un largo tiempo lo pone en jaque, le da temor lo que pueda venir si acepta lo que está sintiendo por el chico número 52 del equipo más conocido de la preparatoria. Si acepta su homosexualidad será un hecho que su vida cambiará para bien o para mal, esa es la cuestión que lo atormenta. Todo este desorden fue ocasionado en el momento en el que sus destinos se tropezaron en el momento y lugar exacto, gracias a uno de los jugadores de futbol americano de la preparatoria que lo cautivo desde el primer encuentro torpe que tuvieron en la cafetería, donde unos rizos castaños le picaban los ojos al alzar la mirada desde el suelo. Ambos bañados en la combinación de una malteada de chocolate y chicle mantuvieron la mirada sin importar que tan incomodo estuvieran, a partir de ahí todo cambio para ambos. El popular, atractivo y egocéntrico de la prepa con el extrovertido, humanitario y carismático de los comedores marginados. La combinación imperfecta para la sociedad retorcida en la que viven.
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