Veintidós segundos son los que puedes aguantar bajo el agua, lo que puedes tardar en correr trescientos metros, los que puede durar un anuncio, los que puedes tardar en ponerte una camiseta, lo que puede tardar un coche en arrancar, lo que tardas en servirte una taza de café, lo que tardas en doblar un mapa y miles de cosas más.
En veintidós segundos, todo puede cambiar.
Veintidós segundos pueden llegar a ser decisivos.
Veintidós segundos pueden cambiarlo todo.
Veintidós segundos.