No podía dejar de mirarla. Tenía unos ojos preciosos. Resplandecían con la calided de una noche de verano, bailaban al resplandecer de la luz de la luna.
Me enamoré de ella, primero lentamente y luego muy rápido. Y la nuestra no era una historia de amor como las demás. Era nuestra historia. Viví cada día de mi vida con ella como si la vida me amenazara con hundirme. Luché por ella incluso cuando el frío calaba mis huesos, incluso cuando la vida me propinaba un buen golpe y ella me quiso cómo nadie nunca supo quererme.
La quise más de lo que una persona puede querer y tal vez eso me mató, no físicamente. Emocionalmente.
¿Y ella? Oh, ella tenía unos ojos preciosos. Me salvaron de mis mayores pesadillas.
Su nombre era Ann, díminutivo de Ángel porque eso es lo que ella era. Un ángel. No he dejado de pensar en ella, ni un sólo momento. Mi corazón pide a gritos ayuda pero mi mente le pide que se calle.
Bruno. Ann. Un amor con banda sonora y balada final.
¿Nuestra historia? El drama de un amor tan fuerte que nos quemaba en las manos, pero preferimos quemarnos a separarnos. Ahora no somos más que ruinas devastadas por una batalla que nos pudo a ambos. Pero me atrevo a decir que este no es el final.
¿Quieres saber el final?