Hay parejas destinadas que lo saben nada más conocerse, que sienten la presencia de su alma gemela cuando se cruzan por primera vez, que se dejan guiar por los insistentes tirones de su hilo rojo...
Y luego están Fukuzawa Kouri y Oda Sakunosuke.
Él se enamoró de una omega que hacía patinaje artístico en lengua de signos, con una delicadeza en cada movimiento y en cada salto que parecía flotar sobre el hielo, con una sonrisa tan dulce que, desde entonces, cada vez que la recuerda, repite en bucle la canción con la que cayó rendido a sus pies, rememorando cada segundo de la coreografía en su cabeza.
Ella se enamoró de un autor invisible, se dejó atrapar por sus novelas y su estilo de narrativa y su mayor tesoro es el libro con el que debutó en la literatura, el cual ha releído mil veces rezando para poder tenerlo firmado algún día, lleno de marcas de tiempo y de uso como solo puede tener un libro que está en manos de una pequeña ratona de biblioteca.
Claro que lo notaron, al momento que se miraron a los ojos lo supieron, estaban ante esa persona elegida para ellos por el destino y sus almas...
Y lo que no notaron fue lo más tierno de todo: ella es su bailarina del hielo, y él es su escritor de oro.