Son momentos difíciles para el mundo, sin embargo elijo creer que aún hay cosas mejores, como el atardecer que se pinta por mi ventana, la sonrisa de mi vieja por las mañanas, el amor de mis abuelos que aunque no estén conmigo sé que me acompañan.
Los niños que gritan con algarabía, las aves que nos arropan con su canto. Momentos duros, almohadas consolando nuestro llanto, llamadas con amigos para sentirse cerca por un rato.
Ya no hay besos ni abrazos infinitos todo eso se ha vuelto un mito como eso que hablan los viejos en los parques del amor infinito, son solo recuerdos como sus juegos cuándo eran unos niños. Pero aún siguen sonriendo y repartiendo de ese amor que se creía extinto.
Dias largos, mentes nubladas, confundidas, aburridas, aterradas esperando que algo las levante para seguir luchando contra ellas mismas, mirarnos al espejo y hacernos preguntas que aún no tienen respuesta son más dudas las que invaden nuestra cabeza.
Quizás según lo que creamos todas estas respuestas están a una simple conversación con dios, así que por todo esto y mucho más decido creer que el amor propio y la fe en dios es la cura para esto que vivimos y sentimos.
Somos tan fuertes como una roca y a la vez tan frágiles como un colibrí que va en busca de nectar para sobrevivir, somos tan únicos y llenos de color como cada flor que llega en primavera y tan determinados y llenos de euforia como el león que va tras su presa.