(disponible hasta el 25 de septiembre. Después se retirará para su publicación) Un día, bajo las luces decadentes de un bar de mala muerte, William lo conoció. Él tenía ojos enormes que le recordaron a un animal perdido y desamparado. Ojos bicolores que parecían pertenecer a una persona sacada de algún cuento Disney. William bailó con él. Y lo besó. Lo miraba como si lo quisiera. A él, a Will. A quien nadie quiso antes. Solo que entonces descubrió que aquellos ojos grandes no pedían por él. El chico estaba enamorado de su gemelo. La vida era una mala puta.
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