Era el verano de hace siete años atrás, como los otros, monótono, aburrido y no podría haberme esperado nada de una temporada sin ver a mis amigos, así que, tal cual escribí, me daba igual, pero, unas semanas antes de que acabase el verano, la conocí, una chica de pelo castaño, ojos verdes, trigueña, un metro treinta en ese entonces que, pasó por mi lado, chocando con torpeza, echando mi cuaderno de dibujos al suelo, se volviéndose mi mejor amiga esa misma tarde, en el ocaso, en la hora dorada, la hora mágica.All Rights Reserved
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