Asagiri Gen era solo una flor luchando por crecer en la noche eterna del barrio rojo, resignado a vivir y morir en las promesas de la oscuridad apenas velada por la luz de la luna. Aún si su estatus le permitía vivir como príncipe, solo gobernaba su hermosa jaula dorada, cantando pequeños secretos a quien pudiera pagar por ellos. Cuando su jaula se rompio, pensó que finalmente sería libre y lo fue por el tiempo suficiente como para creer que realmente lo era, que siempre lo sería. Pero cuando su nuevo emperador comenzó a solicitar más su compañía que su consejo, Gen entendió que pronto sería sólo una concubina imperial. Por eso, cuando vio las pequeñas luces artificiales, capaces de iluminar la noche como el sol al día, Gen no dudo en traicionar a su imperio. No dudo en vivir libremente bajo el amparo de su ex enemigo, bajo la luz del sol. Después de todo, no habría llegado tan lejos de no escoger siempre el lado ganador.