Selene era apenas un bebé cuando su padre fue encarcelado en Azkaban por lo que no recordaba absolutamente nada de su padre, excepto algún vago y fugaz recuerdo de su rostro sonriente lanzándola al aire en mitad del jardín o de su risa retumbando por toda la casa.
Aunque su madre decía que se parecía a él más de lo que ella pensaba, Selene no estaba para nada de acuerdo, pero no podía contradecir a su madre respecto al innegable parecido físico que compartía con su padre, ya que había fotos de él por toda la casa.
No se sentía cómoda con su situación familiar, no podía quejarse de su madre, que se desvivía por su hermana y por ella, que trabajaba incansablemente y que en sus ratos libres y sus vacaciones seguía, casi 11 años después, buscando la inocencia de su marido, pero nadie le creía. No era la primera vez que las llamaban traidoras a la sangre o que las miraban como si fueran asesinas en serie, alejándose de ellas. A la fuerza había endurecido su corazón para protegerse, porque ella no era como su hermana, a la que poco parecía importarle lo que se dijera sobre ella y a la que nunca verías llorar por nada. De las dos Selene era la más sensible, pero también la más leal, protectora y valiente.
Ese año entraría al fin en Hogwarts y Selene lo tenía claro, aunque su hermana no paraba de decirle desde que había entrado a hogwarts que estaba segura de que iba a terminar en hufflepuff, quería ser gryffindor, quería que sus padres y su hermana se sintieran orgullosos de ella y que, si era posible en algún momento de su vida, pudiera conocer al fin a su padre.
Lo que no se esperaba era que uno de los mejores amigos de su hermana fuera a ser su perdición. Tan insoportable, insolente y bravucón, pero tan inevitablemente irresistible.
Esta historia es de nuestra protagonista con Fred Weasley.
❧ Historia inscrita en los Wattys 2022.
Está, como todos sabemos, ambientada y basada en los libros y películas de J.K.Rowling.
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