Alejandro consigue un beca en la escuela católica más reconocida de la región y es feliz. Así que cuando parpadea y mira sus manos llenas de sangre en ese pasadizo, con su novio sangrando en el suelo, con su mejor amigo rogandole que reacione mientras que las sirenas de la policía se escuchan cerca, quiere creer que Dios no lo ha abandonado. ©AGRIDULCE -Todos los derechos de autor reservados-
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