El destino suele tener sus momentos trágicos y accidentalmente afortunados, cuando Adam estaba a unas cuántas cuadras de la ruidosa fiesta de una chica de su instituto, un golpe fuerte en su pecho lo dejo desconcertado. Lo que el no sabía era que aquel golpe del destino llevaría su vida por un rumbo diferente, llevándolo a experimentar las cosas de manera diferente. Casualmente se encontraba en aquel vecindario, venía de jugar una partida de poker en el sótano de Jason un viejo conocido, iba a pie hasta un estacionamiento que quedaba cruzando la cuadra anterior a la ruidosa fiesta, desde allí escuchaba todo el alboroto. Estaba absorto en sus pensamientos, intentando inventar una excusa que decirle a sus padres, era viernes por la noche, y él era un chico de diecinueve años, con malas notas y bueno para los problemas; así que, aunque dijera que venía de jugar poker no le creerían. De todos modos ¿Por qué se esforzaba tratando de inventar una excusa? El impacto fue fuerte y trastabillo un poco, una chica había chocado con él, reconoció su rostro del instituto y también alcanzo a ver las lágrimas que derramaba. Levantó el trasero de la chica del suelo mientras intentaba recordar su nombre, ¿Era Laura o tal vez Lena? -¿Estas bien? -la chica no lo miraba y solo asentía, Adam observo a sus lados un poco confuso-. ¿Entonces porque lloras? -preguntó, pero una voz masculina interrumpió la respuesta de ella. -¡Lucy! Ven acá tenemos que hablar -.