Sus risa retumbaban por las cuatros paredes blancas que me mantenían excluido de la sociedad. Solo tenía cuatro años y lo único que hacía era sentarme en aquella silla enfrente de una mesa a escuchar la risa de aquella niña. No sabía quién era o si era real pero me gustaba que estuviera junto a mi. Todos los días era la misma historia, una y otra vez hasta que, un día solo cesaron. Pase años metido en esas paredes de aquel lugar, no sabía que era o por qué me tenían hay pero de algo si estaba seguro. Mi nombre es Asiel, soy alto y flaco según mailin, es la muchacha que se encarga de chacar mi comportamiento cada dos días no se para que. La niña de mis recuerdos, se quedó en mis recursos por el simple hecho de que ella y su felicidad desapareció de un día para el otro.