Esa vez que reencarné en Yu-Gi-Oh! GX

Kenichi Satou, en apariencia, era un niño ordinario. Bueno, tal vez un poco más retraído en sí mismo que el resto de los niños de su edad. Pero, en general, normal: no causaba problemas a sus padres y tenía un buen promedio en la escuela. También veía los partidos de las ligas profesionales de duelo por televisión, y estaba al pendiente de cada lanzamiento de nuevas cartas; incluso cuando no había tocado su propio Deck en años, y no parecía interesado en ser él mismo un duelista.

Eso cambió cuando conoció a Judai Yuki: su nuevo e hiperactivo vecino que amaba el Duelo de Monstruos, y la poca normalidad que había en su vida terminó. Porque, a pesar de las apariencias, Kenichi Satou en realidad no era un niño ordinario. Tenía recuerdos de otra vida, en otro mundo, donde todo lo que ahora lo rodeaba era simplemente una franquicia japonesa de manga, anime y juegos de cartas. Y por supuesto, la entrada de Judai a su vida trajo consigo espíritus de duelo, una guerra entre fuerzas cósmicas, y todas esas cosas que son divertidas de ver en un anime, pero aterradoras cuando tienes que enfrentarte a ellas en carne y hueso.

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