- ¡Escúchame bien Ryeowook! - gritó con frustración. - ¡No escúchame tú, no voy a casarme! - ¡Si te vas con ese truhán dejaras de ser mi hijo! - Entonces no soy tú hijo. Yesung sonrió con suficiencia desde la proa del barco, viendo como su principito avanzaba hacia él con las mejillas bañadas en llanto, pero la frente en alto.