Creí que eso de mudarnos a una enorme casa antigua a las afueras de la ciudad sería algo genial, es decir, había leído muchos libros donde la chica nueva que se muda a un lugar nuevo y -luego de una excesiva dramática historia de amor- siempre conocía al amor de su vida. Quería algo así. Pero al mes de la mudanza, comencé a desarrollar una rara enfermedad donde mi piel palideció y me quemaba el solo sentir un poco de luz solar, al parecer el sol era el que me hacía daño, todavía no tenían una cura a mi rara enfermedad por ende, no podía salir de casa a ningún lado o podía morir. Así que en conclusión, a mis 16 años estaba sola, encerrada en una enorme casa sin poder salir sin más compañía que mis libros y el ama de llaves. Pero algo raro sucedió ese día en el que comencé a merodear por los rincones de la antigua casa que me hizo pensar en que tal vez no estuviera sola... porque cuando bajé al sótano lo vi a él. ∆Historia corta.