Por años el rapto indiscriminado de omegas para su próximo cautiverio en centros clandestinos de prostitución se convirtió en un negocio rentable. Pero las condiciones de vida a los que eran sometidos eran tan deplorables que su expectativa de vida era efímera. Por lo que frecuentemente debían ir en busca de más, sin importar su sexo, posición o edad. A tal punto de que cuando las desapariciones de omegas fueron cada vez más evidentes, aquellos que lucraban acosta de las vidas ajenas se hicieron del suficiente poder y dinero para aliarse con los grandes líderes mundiales y encubrir la verdad del asunto a la población. Sin embargo con el transcurso del tiempo la falsa ilusión que pintaron de un leve desequilibrio "natural", que se arreglaría en breve con las siguientes generaciones, fue decayendo. Ya no era un secreto para nadie que los omegas se estaban extinguiendo, y los pocos que habían eran reclamados por el primer alfa suertudo que los encontraba, aún sin su consentimiento, o en su defecto eran disputados en luchas sangrientas donde solo el alfa más fuerte era el merecedor del deseado compañero. En un mundo con más alfas que omegas, los alfas al verse amenazados a quedar sin pareja (y por ende sin descendencia) habían dejado aflorar sus instintos más primitivos y atroces. Por lo que los omegas eran buscados por doquier como preciados diamantes ; y más aun cuando, tras la muerte del último ejemplar de omega del que se tenía registro, estos fueron declarados como extintos en su totalidad, convirtiendo a los omegas en tan sólo una antigua leyenda, o bueno, eso creían.