Sus ojos eran luz, las estrellas podían verse a través de ellos, sus pecas adornaban su cuerpo de una manera extraordinaria, podías ver el universo a través de su piel, sus labios se robaban suspiros, eran como la más grande poesía del mejor escritor, y había una pizca de misterio que lo hacía simplemente impresionante, era imposible no enamorarse de ella, porque aunque gritaba peligro, una atracción inexplicable hacía que Saturn no pudiese dejar de pensar en ella ni un solo segundo, haciendo que este cruzara la línea del enamoramiento a la de obsesión.
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