Buenos Modales es una novela de ficción transgresora y humor negro que hice donde narra diferentes historias cronológicas para llegar a la trama principal del libro.
Sinopsis:
Jerry Oheid esta en un dilema, «¿qué hace un cuerpo tirado en mioficina?» se pregunta mientras mira a lo mas lejos de su oficina un cuadro de luchadores mexicanos, él sabe quien le mando ese cuerpo y no se quedara con los brazos cruzados.
Pier y Micaela se encuentran en Chapultepec, su objetivo: buscar una planta que le haga justicia a los experimentos psicotrópicos de Pier y eso es hacer una nueva droga a base de lo natural y lo químico, teniendo la planta, Pier necesita a una persona que pruebe su nueva droga, es entonces que organiza una fiesta en donde asiste un chico especial, ¿que le hará Pier a ese chico?
Jerry y su amigo Dersha tendrán que acudir a la casa de la persona que le dejo el cuerpo para que se haga responsable pero... Jerry sabe que aquel cuerpo lo esta delatando como dealer, es entonces que tiene que planear algo para librarse de él.
Nuria esta enterrada, ella no recuerda nada de lo que paso la noche pasada, solo recuerda a la persona que le pudo hacer esto, saliendo de la tierra como un muerto viviente, Nuria se encuentra a Román que le parece un hombre atractivo y que le puede ayudar a investigar lo que pudo pasar la noche pasada, Nuria solamente tiene una cosa en mente y eso es buscar a la persona que le hizo esto para vengarse.
Rem y Aurora son una pareja amorosa, ambos trabajan de una forma sucia para una traficante de drogas. Aurora quiere escaparse de todo esto, ella ya no quiere trabajar de manera sucia para personas malas y Rem piensa lo mismo, ambos se quieren ir a vivir lejos de la ciudad y tienen la oportunidad para hacerlo pero un imprevisto hace que Rem y su jefa estén acorralados en un dilema de muerte ¿donde están los buenos modales antes de todo?
Samantha Rivera y María Victoria Arellano.
No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos la estatura. Nunca pensaban igual, tenían ideas muy diferentes y actitudes contrarias. María Victoria era dueña de si misma, Samantha era una chica insegura. Sus manos parecían ser hechas como piezas exactas para encajar una con otra, con los dedos entrelazados y mirando a la misma dirección.
Samantha era su pequeña.
Está historia no me pertenece, todos los derechos a su autor original.