Su entrenador la esperaba al cruzar la puerta. - Bien hecho - la felicitó - es normal que te sientas mal, pero has logrado deshacerte de lo necesario para seguir adelante, los lazos con la gente te hacen débil, ¿recuerdas? - la chica lo miró con una indiferencia que incluso lo hizo temblar. Ella no se sentía mal. Es lo que debía hacer, no tenía remordimientos. El entrenador sabía que ella tenía potencial, pero la determinación que vió en la muchacha le hizo imaginársela en unos años, y se dio cuenta que delante suyo se encontraba la que sería la mejor agente que tendrían nunca.