Existen estrellas grandes, que dedican toda su vida a alumbrar el firmamento eclipsando a las más pequeñas, que por mucho que lo intenten, no llegan a formar un pequeño cerco a su alrededor de hermosa luz estelar...
Muchas veces tendemos a pensar que esas pequeñas estrellas son indiferentes, que no llegaran a nada y que encima debemos recordarles todo el rato que son eso, pequeñas estrellas; pero, no las subestimemos.
Cuanto más peso tengas, más duro es el golpe en la caída, y cuanto más arriba nos elevemos y más grandes y brillantes nos veamos, posiblemente, cuando llegue el momento en el que ya no seamos tan estelares nos sentiremos peor que nunca, sin embargo, esa pequeña estrella crecerá y crecerá, hasta hacerse la más bonita del firmamento.
Pero ella no es como las otras, ella no presumirá de su nueva situación frente a ti.
Ahora es momento de planteártelo ¿Eres grande o pequeña estrella?
Yo me hice la misma pregunta años atrás, y descubrí que siempre seria pequeña estrella.
Helena Wallace
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.