El mundo de Emori Lavellan se desgarró en el mismo momento en el que puso un pie en el Cónclave. Desde aquel entonces, una maldición en su mano la puso en el punto de mira de muchas personas. Ahora Emori tenía que volver a encontrar su lugar en la historia junto a un grupo de desconocidos que intentaban adaptarse entre ellos, incluyendo un ex templario llamado Cullen, ahora Comandante de la Inquisición, que se debatía entre fundirse ante la inmensidad de su mirada o alejarse de ella, una elfa dalishiana maga, e intentar superar todo lo que le había ocurrido.