Conocernos en aquel barco, estaba ya predestinado, debo admitir que quede prendada de tus preciosos ojos, jamás había visto algo similar, cuando nuestras miradas se cruzaron en medio de toda esa bruma, pude sentir como una corriente recorría mi cuerpo, a tal punto de estremecerme. Jamás voy a olvidar lo insolente que te portaste conmigo, así como tampoco voy a olvidar tu risa cantarina. La vida siguió sorprendiéndonos cuando ambos fuimos matriculados en el mismo colegio, aun cuando yo intentaba acercarme a ti, tú siempre te escudabas en tu mal genio e insolencia, sé que pretendías alejarme, y aun cuando hacías todo lo humanamente posible por lograrlo, jamás pudiste conseguirlo. Ambos, aun siendo polos opuestos, éramos como un imán, entre más tú te alejabas, yo más me acercaba, hasta que llego un momento en el que no hubo marcha atrás, y ambos decidimos dar un gran paso, aquel que sería el que nos marcaria de por vida.