La luna, misteriosa, que aunque está siempre sola, nunca deja brillar. El sol, acogedor, que cae cada tarde y se levanta por la mañana. Ambos siendo el opuesto del otro, y a la vez su complemento, cada cierto tiempo olvidan la distancia que los separa y esperan porque llegue el momento adecuado donde puedan estar juntos, para así formar el eclipse perfecto. Donde una simple mordida puede ser mortal, o bien, el veneno que te devore desde adentro.All Rights Reserved