Fuji, ese era su nombre. Era una chica sencilla, acostumbrada a menos de lo que le daban. Había comprobado muchas veces que, las manos que la salvaban también la apuñalaban, a pesar de todo, siempre estsba dispuesta a formar nuevos lazos. Era cálida, olía a tierra húmeda y glicinas, la melodía que producía su corazon era suave, hipnotizante, a simple vista era muy amable y se sentía tranquilizante. Para todos, Fuji era sinónimo de tranquilidad y belleza. Tan tierna, tan fuerte, tan amable, tan comprensiva, tan ella. "-Oye, Fufi, deja de hacer eso."