La adultez llegó a ella. Su infancia, la poca infancia que tenía, le fue arrebatada en un abrir y cerrar de ojos. Ella ya no era la misma, estaba rota, vacía. Día a día trataba de surgir a flote, sin embargo, desde las profundidades unos largos brazos la jalaban hacia la oscuridad. Una oscuridad perpetua de la que nunca podría escapar. Llantos, desesperación, lamentos, misterio. Un bucle infinito, envolvente, atractivo. Una droga que ofrecía adrenalina a su delgada figura y mísera existencia. Descalza y sola, a pasos lentos, pero firmes, se dirigió hacia su marcado Destino. Secuela de "En busca de un destino"