La vida seguía a pasos agigantados dejando atrás a aquella mujer madura de mirada perdida, los suspiros salían de sus labios con más frecuencia; miraba al cielo tratando de encontrar respuesta a su sufrimiento, a su falta de vida. Hasta que la vió. Sus cabellos rojos quitaban importancia a las obras de arte que en ese momento adornaban el lugar, su belleza podía competir con la mismísima Venus. La vida seguía a pasos agigantados y aquella pelirroja iba al compás de ellos. No cabía duda de aquello. Se conocieron en el paraiso pero la vida aún era caprichosa. Ambas ocultaban grandes secretos, ambas se entregaban completamente en aquellas miradas, ambas se rendían. Crystin y Hanna eran dos mujeres opuestas en todo el sentido de la palabra, pero aún así terminaron encontrándose.