《Estamos hechos de aquellos que nos han construido y luego nos han roto》- David Sant.
Maya ama cantar, pero es incapaz de encontrar su voz para otra cosa que entonar melodías en absoluta soledad. No es capaz de expresarse, o de hablar con nadie. Simplemente no tiene voz. Su pasado, colmado de demonios, la persigue, cada día, cada noche, a cada momento. Vive con un miedo constante y latente en su pecho que no la deja respirar. Ha pasado su vida de un hogar de acogida a otro, siempre huyendo de los fantasmas del ayer, siempre en silencio.
Hasta que lo conoce a él.
Daniel, a quien todos llaman Styx, irrumpe en su vida para llenarla de ruido. De repente ya no está sola, ya no hay silencio. La oscuridad se ha ido, y con ella empiezan a irse los demonios de su pasado.
Todo parece ir bien, hasta que el mayor de sus temores regresa. Entonces ella deberá encontrar su propia voz, sin la ayuda de Daniel, por ella misma.
¿Puede una chica romántica y delicada enamorarse de alguien tan ruda como Lynn Loud? Issabella Abrams era esa chica: amante del color rosa, del maquillaje, la poesía, y de las historias de amor. Todo lo contrario a Lynn Loud, quien prefería la acción, los deportes y no se preocupaba demasiado por lo sentimental.
A pesar de sus diferencias, había algo en Lynn que atraía a Issabella. Tal vez era su valentía o su determinación, o quizás el hecho de que Lynn no temía ser exactamente quien era. Mientras que Lynn también sentía cierto interés en Issabella, no entendía como no podía tentarse en ganar y ser la número uno, veía que ella era como una suave brisa que acariciaba el rostro hasta de quien no merecía con dulzura, dulzura que raramente a Lynn le encantaba.