De pronto, una fina -pero larga- hebra de cabello color carbón cayó sobre el río, tal como una flor del árbol de sakura, que abandona su hogar para jugar, traviesa, en pleno invierno. El tono silencioso de su voz: "Asher-chan, ¿te he hecho esperar mucho?" inundó mi mente y me hizo imaginarla, en cuerpo y alma. Entonces, comprendí que no podía aferrarme a ella y seguir viviendo de pequeños recuerdos.