Y entonces ambos se percataron de su gran pérdida; habían perdido a la persona que más amaban en este mundo por temor; temor a lastimar y a salir lastimados. Sin embargo debían percatarse de que, para recuperarse el uno al otro, tendrían que correr contrarreloj, pues el tiempo no los iba a esperar y se llevaría todo a su paso si no se apresuraban, incluyendo su capacidad de amar.