Y así, cómo la fuerte corriente arrastró al náufrago a lo profundo, también lo ayudó a emergir, emergió allá a dónde el sol pudiera darle en el rostro, el sol era la realidad, que aunque al principio era cálida, rápidamente quemó su piel, por ser tanta, y por castigo, por negarse a ella, negarse a mirarla . Pero allá a dónde rompen las olas, este miserable pisó tierra y pensó que era su salvación, aunque esta isla no sean más que vacios trozos temporales de nada. Ahora, sólo puedo quedarme aquí, viendo cómo la tormenta volverá algún día, acercándose lentamente; o lanzarme de cabeza a las profundidades voluntariamente, a ser devorado, para mí propio deleite.
¿Mi deleite?
Y justo ahora, no puedo parar de reír, porque si me detengo, no creo volver a poder hacerlo, no, no tendré ganas, yo convertí este castigo en mi forma de vida, y ya es muy tarde para cambiarlo. Yo sólo arruiné mi segunda oportunidad, y no estoy feliz con eso.
Eso, es gracioso ¿No?
Historia de Ovidio Guzmán López.
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No había forma de que un amor tan prohibido acabara bien, aún así Ovidio Guzmán y Atenea Salas creyeron el uno en el otro, o eso parecía...
En el amor y en la guerra lo que importa es la lealtad, cuando está se traiciona no queda más que pelear.
El le confiaba a ella su vida, pero no la de su familia.
Ella le confiaba a el su muerte, pero no la de su gente.
Un consejo de su padre nunca lo dejaría caer, de un ratón no solo tiene el apodo y su sangre Guzmán le daría la agilidad