A veces nos toca vivir situaciones complicadas. Otras, creemos estar arriba pero realmente nos hemos olvidado los recursos abajo. Y bajamos. Quizá tardemos años en aprender a subir nuevamente, pero esta vez, de verdad. Hay tantos obstáculos hasta llegar a la meta que lo que a muchos se nos olvida es que no hay edad para alcanzar la felicidad o la madurez. Que estos términos son relativos y que lo más importante es mantenerse firme con tus valores, los mejores aunque a veces nos desestabilicemos. El protagonista de esta historia, es un claro ejemplo de aquellas edades tan poco estipuladas y de la fortaleza que un ser puede llegar a tener. Veremos que a veces no siempre seguir un mismo patrón es sinónimo de avanzar correctamente a la vez que nos enseñará sentimientos ocultos que todos tenemos pero nadie ve.
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