Todos nos movemos, caminamos y corremos al ritmo de las agujas del reloj en la extensión lineal del tiempo. No podemos dar un paso atrás, nunca. Estamos atrapados dentro del juego y sólo podemos avanzar por distintos caminos hacia un mismo lugar. Las reglas nos dicen que no podemos salirnos hasta llegar al final, ni tampoco saltearnos casilleros en el intento de escapar, porque jamás será posible... estamos dentro de una rueda, o mejor, de un espiral. No hay escapatoria... todos latimos siempre al ritmo de las agujas del reloj dentro del tablero, y nuestros corazones no dejan de latir, y nuestros pies no dejan de avanzar hasta que todo termine, a no ser que por algún motivo, en este o en algún universo paralelo quizás, no estemos jugando o nunca hayamos formado parte del juego.
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