Esa primera vez que te vi reír, supe que no quería imaginar un lugar en el mundo en donde no exista ese perfecto brillo blanco de tu sonrisa. Esa triste vez que escuche tu llanto, sentí que mis brazos te iban a pertenecer para consolarte y darte calor en los días más fríos y oscuros. En ese mágico momento, en el que pude ver con claridad a tus ojos y entender esa marea de emociones en su profundidad, supe que siempre íbamos a estar a un pensamiento de distancia. *Contenido LGBTIQ+ **No se permiten insultos ni discriminaciones de ningún tipo en los comentarios.
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