The other woman - Charles Leclerc
-Becca, tenemos que hablar -dijo apenas estuvo a unos pasos, con esa voz baja, dulce, la que solo usaba conmigo cuando quería que lo escuchara bien- tengo algo que contarte, quiero que tú seas la primera en saberlo.
Sentí cómo la piel de mis brazos se tensaba, como cuando sabes que viene una tormenta y que no hay forma de refugiarte a tiempo, intenté sonreír, pero me salió una mueca tan triste que incluso él frunció el ceño por un segundo.
-Dime, Charlie... ¿qué pasa?
Tomó mis manos, las dos, como tantas veces antes, como cuando lo consolaba por perder una pole, como cuando celebramos su primer podio o como cuando lloró por Charlotte, sus manos eran cálidas, familiares, peligrosas.
-Me casaré con ella, Becca -soltó de golpe, como si las palabras ya no supieran esperar- creo que la amo y quería pedirte que estés ahí...
El mundo se me desmoronó tan fuerte que por un segundo pensé que me iba a desmayar, no he sido una mujer dramática nunca, pero sentí... dolor físico, real, punzante, como si algo dentro de mí se hubiese roto de manera irreversible.
Creo que todos lo escucharon en el paddock, el sonido de mi corazón partiéndose en mil pedazos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas antes de que pudiera detenerlas, no, por favor, no aquí, no frente a él.
Tragué saliva y asentí, obligándome a sostener su mirada.
-Cla... claro, Charles, lo que sea por mi mejor amigo.
Mi mejor amigo, qué espantoso sonaba eso en ese momento.
Charles sonrió, satisfecho, feliz, ilusionado con un futuro que no me incluía, me abrazó fuerte, un abrazo cálido de esos que siempre me habían gustado, pero esta vez... esta vez dolió, dolió desear con todo lo que era ser yo la mujer que llegara al altar con él.
Ojalá nunca me hubieras gustado, pensé mientras inhalaba su perfume.
