Creyeron que no nos dábamos cuenta de nada de lo que estaba pasando. Creyeron que nos conformaríamos. Creyeron que podrían vulnerar nuestros derechos, alguna vez existidos, y que no habría consecuencias. Creyeron. Creyeron. Y siguieron creyendo... Pero nosotros ya estamos hartos de discursos, de infiltrados, de doblegarnos, de tener miedo, de sufrir, de las amenazas. Llegó la hora. Llegó la hora de la revolución, de la destrucción, de un nuevo comienzo. Llegó la hora de tomar cartas en el asunto, de tomar las riendas de la situación, no importan las consecuencias, no importa cuántos caigan.